sábado, julio 23, 2005

La cabra tira al monte

Tras la victoria de las fuerzas del progreso, tras la derrota de las huestes fascistas, tras el cambio, uno tenía la esperanza de que al menos cumplirían con una de sus más conocidas y reiteradas excusas: "el nacionalismo español encarnado en el Partido Popular exacerba la sensibilidad de las minorías oprimidas por el Estado centralista provocando la natural reacción del democrático nacionalismo independentista; en ocasiones la reacción llega en forma de bombas y pistolas que, aunque rechazamos, podemos explicar con generosa comprensión porque de una lógica reacción defensiva se trata". Una vez expulsado el amenazante nacionalismo español de los principales resortes de poder, tanto a nivel nacional como en las comunidades en las que el virus del victimismo ha prendido con tal fuerza que se puede sostener una necedad como la que acabo de reproducir y recibir, al mismo tiempo, los elogios de los apparatchik bienpensantes que moldean desde la corrección del Libro de Estilo nuestros cerebros, nuestros bolsillos y nuestros derechos. Los tripartitos que gobiernan en Madrid, Barcelona, Vitoria y Santiago han de buscar una pronta explicación a la resurrección de las facciones armadas de sus respectivas sensibilidades. Ya no pueden endosar al Partido Popular la recuperada querencia por la pólvora que se aprecia en sus vanguardias.