jueves, enero 15, 2009

LA GRAN FOSA DE ÓRGIVA, GRANADA


Un suceso levantó densa polvareda a finales del verano de 2003: el hallazgo, en un barranco de Órgiva, Granada, de un osario durante la construcción de unas obras del ministerio de Fomento.
De inmediato empezó a hablarse de una enorme fosa común "perfectamente documentada", de "fusilamientos masivos", de "exterminio de compatriotas por motivos ideológicos". Un catedrático de Economía de la universidad de Granada caracterizó el barranco como "lugar de crímenes y de muertes" por donde "había corrido un río de sangre". Supuestos testigos recordaban la llegada de camiones cargados de "hombres, mujeres y niños", a quienes bajaban, mataban a tiros y hacían caer rodando a la zanja, echándoles luego cal viva, "y así un día y otro".
El catedrático calculó en 5.000 las víctimas, si bien la Asociación por la Memoria, algo menos sanguinaria, las rebajaba a la mitad. Se aumentó el dramatismo poniendo en la picota la "indiferencia" del gobierno Aznar, o hablando del "miedo" de los obreros a perder el trabajo si hablaban de los huesos hallados. Los de la "memoria" señalaban piadosamente que sólo buscaban "el respeto a las familias" de los fusilados, como si alguien les faltara a ese respeto.

El ayuntamiento acordó erigir un gran monumento en homenaje a las víctimas en medio de un parque a crear ex profeso. El dinero vendría de una orden oficial que subvencionaba a los ayuntamientos para "coordinar actuaciones de recuperación de la memoria histórica". Se exigió la paralización de los trabajos de Fomento, y que los gastos de excavación entrasen en los presupuestos de la obra. En muchos periódicos, y en Internet corrían las noticias y comentarios.

Aquello venía a ser el Paracuellos de la izquierda, después de años de excavar y lanzar insinuaciones, pero sin encontrar más que algunos restos dispersos, de origen no siempre claro. El diario El País dedicó al suceso una página el 1 de septiembre, ofreciendo además la siguiente información, como digna de confianza: "Según datos de los socialistas, más de 500.000 personas sufrieron prisión y otras 150.000 murieron fusiladas". Y, para hincar más el aguijón en el gobierno de Aznar, sugería el carácter fascistoide de éste al mencionar que había gastado 13.000 euros en recuperar cadáveres de la División Azul y dedicarles un pequeño monumento (El gobierno recuperó restos de españoles de los dos bandos en Rusia, y hubo otro pequeño monumento para los comunistas españoles muertos allí, que fueron muchos menos).

Se anunciaba una ofensiva mediática de gran estilo. Pero el 2 de septiembre El País informaba, no a toda plana, sino en el lugar menos visible de una página muy interior: "Los restos óseos hallados el pasado sábado son, según los forenses, de origen animal". De cabras y perros, en concreto. Así se vino abajo la operación. La derecha, prácticamente la pasó por alto, pero puede imaginarse la oleada de sarcasmos, insultos y comentarios moralmente aniquiladores si hubiera sido ella la autora del montaje. Durante muchos años seguiríamos oyéndolos.

domingo, enero 11, 2009

De Juana, Paz y Gaza

Era un preso a favor del proceso de paz. Sólo el presidente del Gobierno acertó a descubrir entre los pliegues de su compleja personalidad, el alma de un tenaz pacifista. Así lo contaba El País el 28 de octubre de 2006:

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha asegurado esta tarde que el etarra Iñaki de Juana Chaos, juzgado en la Audiencia Nacional por dos artículos escritos en el diario Gara, es uno de los presos de la banda favorable al proceso de paz. En una conversación informal con periodistas en Soria, el jefe del Ejecutivo ha dicho que la actitud exhibida por De Juana al comienzo del juicio, contestando de manera educada y en castellano a las preguntas del fiscal, es coherente con las informaciones de las que dispone el Ejecutivo en este sentido.

Ayer volvió a demostrarlo en la foto que hoy muestra El Mundo en su portada: Iñaki de Juana Chaos se manifestó ayer en Irlanda en favor de la paz en Gaza, en una demostración del pacifismo que ya supo intuir en él el presidente. Pacifismo selectivo, pero pacifismo al fin. ¿No es, al fin y al cabo, una actitud muy extendida respecto a Israel? Cabe preguntarse por el efecto de su presencia en la manifestación que con el mismo objetivo se va a celebrar hoy a mediodía en Madrid.

martes, enero 06, 2009

Civil-Combatiente

Si existe un deber moral y político de todo Gobierno en guerra es el de mantener a sus ciudadanos lo más lejos posible del conflicto militar. Y ello por una cuestión básica: la única justificación de la guerra es la defensa de los propios y ésta empieza por mantenerlos a salvo de los choques militares. Por eso un Ejecutivo cuya prioridad durante un enfrentamiento militar no sea mantener a sus mujeres y niños alejados, cuanto más mejor, del combate, es un Gobierno inmoral e ilegítimo.

La distinción combatiente-civil se marca primero en el propio bando. Por eso, las naciones civilizadas señalan con claridad los lugares inequívocamente civiles, hospitales o campos de refugiados, y por eso el clásico derecho de guerra los consideraba intocables y veía cómo la peor aberración posible era la utilización de éstos con fines militares. Un país en guerra siempre debe procurar el máximo refugio posible a sus civiles, porque a ellos se debe.

El carácter militar o civil de una persona o lugar estriba en su finalidad. Una persona cuyo objetivo es hacer la guerra es un combatiente; una instalación cuya finalidad sea hacer la guerra es una instalación militar. A Hamás no se le puede exigir que evite las bajas entre sus civiles. Pero sí se le debe exigir que haga todo lo posible por evitarlas. Evidentemente no es así, y a nosotros no nos coge de sorpresa, aunque algunos fingen indignación. En Gaza, un médico que esconde bajo las camas de su hospital un arsenal no es un civil, es un combatiente disfrazado de civil, que es algo muy distinto y bastante más repugnante; y un maestro que utiliza las aulas con fines militares es un combatiente. Que utilice mujeres y niños –con o sin su consentimiento o conocimiento– no lo hace un civil, sino un combatiente que utiliza a los suyos militarmente involucrándolos en el conflicto y haciéndolos parte de él.

El caso de Hamás es de una aberración inhumana. Desde hace veinte años se marca como objetivo el asesinato de israelíes de toda condición, militares o civiles. No sólo no tiene interés en diferenciar entre combatientes y no combatientes, sino que siendo éstos últimos un blanco más fácil, no duda en dirigir sus ataques contra ellos. Pero lo malo no es que Hamás busque aniquilar a los civiles que considera sus enemigos. Lo malo es que busca deliberadamente borrar esta distinción entre los propios palestinos, entre aquellos que están a su cargo, lo que constituye un crimen de lesa humanidad.

Un edificio que almacena armamento, donde se preparan ataques y desde el que se lanzan cohetes y morteros contra el enemigo es una instalación militar, por mucho que un letrero en la puerta diga "escuela". Lo mismo puede decirse de viviendas, hospitales y mezquitas. Un edificio cuya finalidad es rezar es una mezquita; un edificio cuya finalidad es curar enfermos es un hospital; un edificio cuya finalidad es albergar a una familia es una vivienda. Deben ser intocables. Pero un edificio utilizado para lanzar cohetes, preparar ataques y almacenar armas es una instalación militar, aunque en la puerta cuelgue el letrero de "mezquita", "hospital" o "vivienda". Lo civil no es lo que uno dice que es civil, sino lo que es ajeno a lo militar, que es bien distinto. Un cuartel militar pintado de rosa no deja de ser un cuartel militar.

Durante años, la democracia israelí ha protegido a los civiles de los miles de cohetes yihadistas, desarrollando sistemas de protección para los suyos, con la finalidad de salvar sus vidas. Mientras, Hamás –movimiento totalitario– ha hecho justo lo contrario: militarizar la sociedad palestina, mezclando lo civil y lo militar hasta límites que podemos llamar estrictamente belicistas, convirtiendo la sociedad palestina en parte de la estrategia de guerra de aniquilación contra Israel. Resulta absurdo decir una y otra vez que no está militarizado lo que Hamás ha militarizado y dice que ha militarizado.

Y hoy, conforme la ofensiva israelí avanza, todo parece indicar que esta actitud se intensificará. Cada vez más, los no-combatientes serán fagocitados por Hamás en el conflicto. Mientras el Gobierno de Hamás los coloca en línea de tiro, son los israelíes los que más empeño están poniendo en evitar la muerte de civiles palestinos. Conforme las hostilidades avanzan, queda más claro que Israel representa el bando de la moral y la humanidad en la guerra, y Hamás el de la inmoralidad de la guerra total. Por ello debemos desear que la victoria israelí sea clara y rotunda. Las dificultades son muchas. Veamos si lo pueden conseguir.

GEES